Cita XXXIV

[Conversación sólo mía. con eros alessi, bebiendo licores en el jardín inexacto]

Que dos veces se ha interpuesto esta triste realidad y otras tantas he corrido en tu mágica y misteriosa casa, el oriente, y las dos veces he vuelto a abrazarte con todo el amor que tú me enseñaste a tener.

E. A 

:Que todo esto es ilegible. Que mi inclinación natural es hacia la derrota. Que lo que se agita en mi cuerpo es una centaura blanca nacida de yegua negra. Que son demasiados trenes. Que hablo una lengua que no conozco. Que conservo tu brújula, sus agujas celestes. Que a nadie conmueve mi desesperación. Que son muchos días del mismo alcohol y la sangre sigue oscura. Que he pasado muchas horas escondida en un teatro. Que un hombre desnudando marionetas me ha visto morir cientos de veces. Música, música. Que el shamisen te encuentre aullando. Que sólo somos figuras humanas y estoy cansada: wakaotoko, kenbishi, komei, okusan, danshichi, fukeoyama. Que tus movimientos no supieron protegerme de la enfermedad. Que sigue temblando. Para siempre Tokio para siempre. Que en mi cuerpo es el octavo día del décimo mes. Dolorosamente en mi cuerpo para siempre y Tokio sigue temblando. Que hay un peregrinaje de árboles hacia la destrucción. Que me lleno la boca con flores de cerezo y otras criaturas en llamas. Que la intoxicada, Eros, escupe palabras muertas por incendio por envenenamiento por puñetazos. Que estás muerto, Eros, que en esta carta nadie me escucha y está anocheciendo. Que la noche es una vergüenza un don algo prohibido. Que esta vez hay un desierto llamándome. Que el peligro no es volar sino soñarte. Que en Medio Oriente A. me espera, que extiende para mí sus vasos de agua. Que 36 grados y yo con mi vestido negro de recién nacida. Yo domesticada. Arrastrando mi collar de ágatas negras. Que así es el abandono y su monstruosa flor erguida.


Daniela Camacho

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