Maestros

Siempre supe que no sabía nada,
pero Sócrates hizo de mi ignorancia
una aspiración Docta,
y desde ese día no tengo miedo de aprender
a equivocarme

Lo verdaderamente permanente es el cambio,
me indicó Heráclito;
el Fuego racional se enciende y se apaga,
pero no quema -y el río
somos todos

De Bruno aprendí que hay ideas que son fénix
enviadas a la hoguera,
pero no mueren sino que renacen
siempre
de sus cenizas

Hegel me enseñó que superar no significa olvidar,
sino conservar;
que la refracción del rayo no es el rayo mismo
y que tomar conciencia de ello es un acto de conquista
del Espíritu.

Y de Spinoza nunca olvidaré
que nos labramos nuestros propios cristales
de percepción. Que las tristezas
siempre pueden devenir en alegrías
y que las alegrías también pueden ser tristes
por naturaleza.
Que el temor y la esperanza van siempre de la mano,
como cadenas en la potencia del esclavo
y que la verdadera libertad
es arremeter, con la voluntad -la Virtud-
contra el prejuicio.

Maestros,
espejos cada uno de su propia época:
Gracias por enseñarme que está bien
no saciar mi hambre
Que en el cambio algo siempre permanece
Que soy un resultado
y no un punto de partida
Que está inscrito en mi ser el aumentar
mi potencia de actuar
Que labrarme en este difícil camino
es saber destruirme y re-construirme,
constantemente,
en un hacer incesante

Y que eso,
eso, es también un acto de amor.



Alicia Zapata.


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