Sin Título XXXVIII

Hoy desperté y destrocé el reflejo,
abrí la caja, cedí ante las voces.
Organicé mis hoyos en materia de profundidad,
los extendí a lo largo de la mesa
y me dispuse a morder las esquinas ausentes,
tantear los fondos,
deshacerme en el hundimiento.

Creo que nunca había cavado tantas aberturas,
desmantelado tantas carencias.
Creo que nunca antes había cuestionado tanto
la noción de solidez.
Creo que nunca me había odiado tanto como hoy.

Ya no sé qué hacer con tantos pedazos,
ya no sé desde cuándo no sé
cómo manejar una brújula.
Norte y sur aparecen difusos en una bruma
inexplicable.

Siento que nadie me dijo nunca la verdad,
que jamás entendí el reflejo.
Quizá fui víctima de alguna batalla
antagónica, -no-,
quizá pasé toda la vida jugando a ser víctima y victimario,
afilando mis propias armas.
He pasado todos estos años caminando
sobre los añicos del espejo,
desgarrando,
destruyendo.

Ahora comprendo,
ahora me veo.
Por eso, creo
dijo la Reina:
mucho amor mata,
tan seguro como poco.
O como ninguno en absoluto.

Comentarios

Entradas populares