Etimología

Todos los nombres a los que les han nacido alas
vuelan.
Sin embargo, no te engañes:
ningún nombre es mariposa.

Las mariposas revolotean, flotan,
pisotean con sutil peso paquidermo
pero no transgreden. No atraviesan la carne,
porque carecen de filo.

Los nombres con alas tienen muchas propiedades.
Se elevan con dulzura,
zzzzzzzumban
y, al caer en picada,
aguijonean múltiples veces.

Hay nombres abejas y nombres avispas.
Los primeros se creen héroes
porque mueren como mártires luego de que pican,
pero siempre se les recuerda noblemente
a pesar de todo,
pues una vez desprendido,
el aguijón se clava en la piel herida
y el nombre abeja encuentra su fin
instantáneo.

Los segundos son sanguinarios.
Laceran el estómago sin piedad y nunca,
nunca
dejan de aguijonear.
Los nombres avispa raramente mueren
luego de incrustarse en la abertura de la memoria
y siempre se les recuerda
porque las heridas que causan jamás cesan de reabrirse.

La teoría del caos no tiene cabida en
la etimología
                       de los nombres.
Un aleteo puede causar estragos
al otro lado del mundo,
al otro lado del cuerpo,
mas un aguijón que penetra inefablemente
en la carne
puede generar, más que perforaciones irreversibles,
olvidos mortales.


Por eso,
definitivamente,

ningún nombre con alas puede ser mariposa. 

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