Spinoza

El sublime pulidor de lentes
guarda para tenerlo a la vista
el abrigo donde un puñal fanático
dejó su rasgadura,
pero nada puede quebrantar
la alegría insospechada
que él ha descubierto.
Aunque esos judíos de Ámsterdam
tan ortodoxamente impiadosos,
la ignoran, ella lleva a todas partes
su agua transparente.
En cuanto a él, no lo alcanzan
tenebrosas maldiciones. Lo protege
una inmunidad conseguida
mediante el buen uso de la razón
en la que tal vez confía
más de lo prudente.


Rafael Cadenas.

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