Sin Título XLIV

Detrás de mi cama hay una grieta por donde se me cuelan los cansancios y las ganas, por donde se me pierden papeles, colores, sueños y el habla. Detrás de mi cama está esa presencia acechante que hurga entre mis sienes cada vez que cierro los ojos, cada vez que manipulo las imágenes en mi cabeza anhelando, esperando que la historia tenga el desenlace necesario, pero la historia nunca concluye. Un movimiento que nunca haya su término, pero deja estelas. Se me van de las manos, cada vez. Con lo único que oso quedarme es con un ovillo de deseos descosidos, enlaces permanentes que se desencuentran incesantemente, pulsiones entumecedoras que me paralizan hasta el más inmesurable centímetro de la piel, hasta el más sólido recoveco de mis huesos. En esa grieta que exuda su aura de desgarramiento inminente se disuelven las fronteras de mis miedos. Ante esa sensación que es al mismo tiempo letargo y empuje, desmayo y nervio, me quedo muda y se me pierde el habla entre la grieta y mi cama.

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